Historia de la
exploración neurológica del niño pequeño
La
exploración del recién nacido y del niño en el primer año de la vida no
comienza a delimitarse hasta los primeros años de la segunda mitad del siglo
XX. Hasta entonces se aplicaba a cualquier niño las pautas exploratorias que se
seguían en el adulto. Andre-Thomas (1.952) inicia, a los 82 años de edad, la
sistematización del estudio de la función nerviosa en estas primeras edades,
estableciendo el cuerpo de conocimiento de lo normal y anormal, y asienta en
pocos años, las grandes bases de la exploración neurológica que se realiza en
la actualidad.
Una de sus
colaboradoras y discípulas Saint-Anne-Dargassies (1.982) aplica la metodología
de Andre-Thomas al examen de niños nacidos prematuramente y muestra que la
maduración neurológica de estos se ajusta a los diferentes estadios de
maduración o desarrollo de los signos lo que le permite estimar que la edad
concepcional puede ser calculada con precisión mediante los datos de
exploración neurológica. Trabajos posteriores han ido matizando algunos
aspectos y estableciendo las bases de la neurología del desarrollo o neurología
evolutiva.
Superada la primera etapa, la que viene marcada por el desarrollo psicomotor,
la exploración del niño, aun con sus peculiaridades, se va haciendo cada vez
más “adulta”, a medida que algunas funciones van terminando su maduración y
otras van apareciendo.
Una visión
global de la exploración neurológica del niño se puede obtener en varios
tratados de Neurología Pediátrica (Farmer, 1.972; Gamstorp, 1.972; Rebollo,
1.973; Jabour et al., 1.976; Baird y Gordon, 1.983) que son en los que nos
hemos basado y en nuestra larga experiencia, para exponer lo que se describe a
continuación.
Consideraciones sobre la exploración neurológica del lactante y
del niño
El examen
neurológico del lactante y del niño en los primeros años, requiere una
metodología y sistemática especiales que difiere sensiblemente de la empleada
en el niño mayor y adulto por varias razones:
·Se explora
un órgano en formación que tiene aún que desarrollar las numerosas funciones
que potencialmente lleve implícitas. La adquisición de una habilidad
determinada se basa en la adquisición de habilidades anteriores. Un ejemplo
puede facilitar la comprensión de lo expuesto: la prensión involuntaria
manifiesta a los 3 meses se transforma en prensión voluntaria a los seis y se
hará cada vez más precisa persistiendo a lo largo de la vida, excepto en casos
concretos de enfermedades progresivas (Síndrome de Rett).
·La
variabilidad del estado de conciencia del niño, preferentemente en el lactante,
a lo largo de la jornada, repercute sobre el estado neurológico, en relación
con los largos periodos de sueño, las tomas alimenticias, temperatura ambiente,
aseo, etc. Se recomienda que el niño se examine, a ser posible, en un medio con
temperatura constante, en estado vigil, y de 30 a 60 minutos antes,
aproximadamente, del momento teórico de la tetada o toma para evitar que esté
sometido a los efectos depresores de una gran distensión abdominal, si se
explora después de la ingesta (sopor post-prandial), o a los efectos
excitadores de un hambre imperiosa si se espera el momento de la toma.
·Los
hallazgos de la exploración durante el primer año se inscriben en fichas de
control madurativo neurológico en las que están marcados los meses y los
diferentes ítems de exploración; en trazo discontinuo se señala cuando este
ítem está presente, aparece o desaparece en un niño normal. La persistencia de
un ítem que debería haber desaparecido, o la presencia de un logro que debería
manifestarse ya, debe ser reseñado como anormalidad transitoria o permanente en
relación con exploraciones posteriores. (Tabla I). En la Tabla II, se observan
los hallazgos que se encuentran entre los 12 y 36 meses en las diferentes
funciones exploradas.
·El examen
del lactante y del menor de 3 años nos informa preferentemente sobre el estado
de organización cerebral y se basa preferentemente en los logros que el niño va
alcanzando (motores, lingüísticos, cognitivos, sociales) y que se ha expuesto
en el capítulo sobre desarrollo psicomotor. El examen neurológico del niño
mayor, adolescente y adulto permite ante todo constatar si existe o no una
lesión neurológica.
·Por último,
una dificultad de orden técnico que no presenta el niño mayor o el adulto; la
nula o escasa colaboración que se soslaya actuando con paciencia y suavidad y
haciendo de la exploración un juego y no unas pruebas molestas para el niño.
Cuando se tiene amplia experiencia en manipular recién nacidos, lactantes y
niños la exploración se realiza con facilidad; mientras se les hace las
diferentes maniobras se les está solicitando, bien con silbidos, palabras o
caricias diversas. El niño relajado, confiado y con frecuencia sonriente se
deja hacer.
Si los datos obtenidos en una primera exploración
neurológica no son concluyentes se debe repetir horas o días más tarde para
ratificar la normalidad o anormalidad de aquella. La exploración se llevar a
cabo con el niño completamente desnudo, colocado sobre una camilla con
superficie plana semiblanda, inicialmente con el niño en los decúbitos prono y
supino, en sedestación y bipedestación y, con posterioridad, interactuando con
el niño para observar como responde motórica y verbalmente a las solicitaciones.
En el niño mayor y adolescente la exploración se realiza con el paciente
tendido y de pie. Tanto en el niño pequeño como en el mayor debe seguirse
siempre una sistemática para evitar olvidos que puedan ser
importantes. En los niños pequeños, en ocasiones, se altera un poco el orden
iniciando la exploración con las maniobras menos molestas que eviten el llanto
y dificulten la colaboración. A cualquier edad, dada la constitución
bihemisférica del sistema nervioso central, se hará siempre el estudio
comparativo de uno y otro hemicuerpo. Cuando se detecta un signo anómalo, la
exploración del sistema real, o aparentemente, afecto, se extiende con
minuciosidad mediante maniobras que no se realizan en la exploración
convencional.
Datos
generales en la exploración neurológica del niño
Observación
Desde el momento que la familia y el niño están delante del médico, este
debe estar pendiente de cualquier detalle por nimio que parezca. Es necesario
siempre observar al niño, su relación con los padres y los padres con él antes
de comenzar la exploración.
- Niño Pequeño. A medida que se realiza la historia
clínica se está pendiente del comportamiento del niño en la sillita o en los
brazos de uno de los padres.
- Niño mayor.
·Actividad
motora. Se
observan los desplazamientos por la sala de consulta, si el niño es hiperactivo
o hipoactivo, si la marcha es regular o presenta anomalías, los objetos que
toca o coge, nos informa sobre la calidad de la manipulación, y las posturas
que adopta, si son normales o anómalas.
·Nivel
de vigilancia. Se
contempla las respuestas –coherentes, incoherentes, confusas o no dadas- a
preguntas concretas, en función de la edad. La colaboración que presta o la
comprensión a las ordenes durante la exploración, nos da una idea aproximada de
su destreza motora, de su nivel de vigilancia, atención y funcionamiento mental
global. Es probable que durante los minutos, que estamos hablando con los
padres haciendo la historia y mirando al niño, de vez en cuando, sonriéndole y
diciéndole alguna cosa, el niño se acerque por un lado o por detrás para saber
que hacemos e incluso, a veces, formule alguna pregunta sobre algo que le llame
la atención, ¿esto que es?, ¿para que sirve?; mientras le respondemos,
observamos su interés. O, al contrario, el niño presta poco o nulo interés por
lo que le rodea y rehuye la mirada o, en ocasiones, muestra solo interés por un
objeto al que no abandona, como suele ocurrir con los niños autistas.
Se observa
también si presenta buena reacción a los estímulos visuales, táctiles,
dolorosos. En niños mayores se aplica la escala de Glasgow.
·Nivel
de inteligencia. Se valora teniendo en cuenta la edad, la respuesta a los estímulos,
solicitándole que escriba su nombre, que pinte un muñeco, o la familia –que nos
informa también de su situación dentro de ella- que haga cálculos o refiera
hechos que nos informe sobre la memoria pasada y reciente, y los juegos que
realiza.
·Reacciones
emocionales. Que se
pueden observar a lo largo de la exploración o que son notificadas por los
padres: depresión, euforia, tensión, ansiedad, miedo, quejas somáticas, ideas
fijas, baja autoestima, etc.
Hay varias
clasificaciones de las malformaciones del SNC: las más importantes son la
clasificación de Sarnat (Sarnat; 2001), más etiopatogénica y más amplia, y la
de Barkovich (Barkovich; 2001), centrada principalmente en las malformaciones
corticales y más útil clínicamente.
La
resonancia magnética es decisiva para el diagnóstico ya que permite identificar
la mayoría de ellas según su apariencia anatómica característica.
1. ANOMALÍAS DE LA INDUCCIÓN
DORSAL
-Se produce
un defecto de cierre del tubo neural (craneal y/o caudal) que da origen a un
disrafismo (comunicación persistente entre el neuroectodermo posterior y el
ectodermo cutáneo).
-Etiología. Se
especula con un origen multifactorial. Influyen tanto factores genéticos
(mendelianos o multigénicos) como medio-ambientales (madre adolescente, medio
socio-económico deprimido, deficiente aporte de ácido fólico, fiebre materna,
ingesta de valproato, radiaciones. El riesgo de recurrencia para gestantes que
tuvieron un hijo con defecto de cierre del tubo neural varía de un 1,5-5 % y
puede llegar a ser tan alto como de un 10 % en las anencefalias.
-Diagnóstico prenatal. Se
utiliza la ecografía de alta resolución y la determinación de alfa-fetoproteína.
1.1. Disrafismos craneales
1.1.1. Anencefalia: Condición letal e infrecuente
actualmente por el adecuado diagnóstico prenatal. Resulta de un fracaso global
de cierre cefálico del tubo neural, con degeneración de las células neurales,
ausencia de tejido mesodérmico dorsal a los elementos neurales, y no se forma
el hueso del cráneo. Quedan restos del SNC, incluyendo médula espinal,
troncoencéfalo, cerebelo y parte del diencéfalo. Se asocia frecuentemente a
raquisquisis cervical y a herniación del tejido cerebral (exencefalia). Los
neonatos pueden presentar automatismos de succión y reflejo de Moro y algunos
pueden presentar crisis parecidas a los espasmos infantiles. (Aicardi, 1998)
(García-Peñas, 2008). Fallecen en pocos días o semanas.
1.1.2. Atelencefalia: Existe un hueso craneal de apariencia normal, pero
no existen estructuras nerviosas bien diferenciadas por encima del diencéfalo.
Algunos casos presentan crisis epilépticas, con evidencia de descargas en el
EEG (a pesar de la ausencia de una corteza como tal)
1.1.3. Cefaloceles: Existe un defecto mesenquimal con herniación de estructuras
cerebrales y sus cubiertas a través de él. Pueden presentarse como: Cráneo
bífido, meningocele: protusión de un saco herniario que sólo contiene meninges,
encefalocele posterior: puede contener estructuras supratentoriales o
infratentoriales, encefalocele anterior: presentan anomalías ópticas,
hipertelorismo, defectos endocrinológicos, licuorrea persistente y/o meningitis
recurrente.
1.2. Disrafismos espinales: Espina bífida:
Comprende
diversas malformaciones del raquis y la médula espinal originadas por el cierre
defectuoso del tubo neural y sus cubiertas. La espina bífida oculta es un
defecto de cierre de los arcos vertebrales que sólo puede apreciarse en las
exploraciones radiológicas. Por el contrario, en la espina bífida manifiesta se
aprecia desde el momento del nacimiento la presencia de un quiste localizado
casi siempre en la región lumbosacra. El quiste puede estar formado
exclusivamente por meninges (meningocele) o bien por meninges, médula espinal y
raíces nerviosas (mielomeningocele).
1.2.1. Etiopatogenia: La espina bífida es un defecto
primario del cierre posterior del tubo neural, que estaría presente ya en la
cuarta semana tras la concepción como resultado de la acción de factores genéticos
y ambientales. (Botto, 1999) La espina bífida y la anencefalia son las dos
malformaciones más frecuentes del tubo neural y afectan aproximadamente a 1-2
de cada 1.000 nacidos vivos. Excepcionalmente se encuentran alteraciones
cromosómicas en pacientes con espina bífida. Los factores teratógenos
relacionados son la diabetes y la hipertermia materna, el consumo de alcohol y
ácido valproico y, sobre todo, la deficiencia de ácido fólico en las primeras
semanas de la gestación. A partir de 1970 se comprobó epidemiológicamente que
el consumo insuficiente de folatos y otros micronutrientes que caracteriza una
alimentación deficiente se correlaciona con un nivel socioeconómico bajo y un
aumento de la incidencia de malformaciones del tubo neural.
1.2.2. Clínica: La espina bífida oculta suele ser asintomática,
y frecuentemente es un hallazgo radiológico casual. Cuando existen anomalías
medulares asociadas o médula anclada puede aparecer incontinencia de
esfínteres, trastornos locomotores, dolor o alteraciones de los reflejos
osteotendinosos. Los meningoceles tienen en general buen pronóstico, ya que no
hay alteración medular. Los mielomeningoceles producen una paraplejia con
afectación motora, sensitiva y esfinteriana. La extensión de la afectación
clínica depende del nivel de la lesión. Casi todos asocian malformación de
Arnold-Chiari e hidrocefalia. Los mielomeningoceles se complican frecuentemente
con meningitis, bien ascendente por infección del quiste, bien secundaria al
tratamiento quirúrgico de la hidrocefalia.
1.2.3. Diagnóstico: El meningocele y el mielomeningocele son
evidentes desde el momento mismo del nacimiento. Para diagnosticar las
malformaciones medulares asociadas la mejor prueba es la RMN . Se puede hacer
el diagnóstico prenatal a partir de la semana 14 de gestación mediante medición
de alfafetoproteína en el suero materno y ecografía fetal de alta resolución.
1.2.4. Prevención: Está demostrado que la ingesta de un suplemento
de ácido fólico (0,4 mg/día) durante la etapa periconcepcional reduce
significativamente la incidencia de defectos del tubo neural. Esta medida, para ser eficaz, debe anteceder
al momento de la concepción y en modo alguno debe retrasarse hasta el
diagnóstico del embarazo. El riesgo de espina bífida es mayor en las mujeres
que han tenido ya un hijo con esta malformación, así como en las diabéticas y
en pacientes que toman fármacos antiepilépticos.
2. ANOMALÍAS DE LA INDUCCIÓN VENTRAL
Cuando
fracasa la inducción ventral, implicando a las 3 capas germinales se afecta,
primordialmente, la telencefalización (división y expansión lateral de la
vesícula cerebral primaria) y frecuentemente se asocian defectos de la línea
media cráneo-facial. Se puede asociar a cromosomopatías (trisomías 13 y 18) y
factores ambientales (diabetes materna).
2.1. Holoprosencefalia:
Es un
cerebro no dividido anteriormente. Existe una desorganización de la corteza
cerebral y las neuronas se encuentran en menor número y desorientadas
geométricamente, no adoptando una laminación normal.
Se asocia
con trisomía 13-15 y trisomía 18, además de otras alteraciones cromosómicas.
Muy
frecuentemente asocia alteraciones morfológicas de la línea media facial, que
pueden ir desde alteraciones leves hasta aberraciones estructurales severas. El
más grave de los defectos faciales es la ciclopia, caracterizado por el
desarrollo de un solo ojo, que se ubica generalmente en el área ocupada
normalmente por la raíz de la nariz, y la ausencia de la nariz o una nariz en
la forma de una probóscide situada por encima del ojo. La etmocefalia es la anomalía
facial menos común. Consiste en una probóscide que separa ojos muy juntos,
ausencia de la nariz y microftalmia. La cebocefalia es otra anomalía facial
caracterizada por una nariz pequeña y aplastada con un solo orificio nasal
situada debajo de unos ojos subdesarrollados y muy juntos. La anomalía facial
menos grave es el labio leporino, también llamado agenesia premaxilar.
Suele
asociar retraso psicomotor de grado variable, tetraplejia espástica y
convulsiones secundarias.
El
diagnóstico prenatal es posible con el empleo de ecografía fetal de alta
resolución (se debe valorar sobre todo el hipotelorismo).
3. ANOMALÍAS DE LAS ESTRUCTURAS DE LA LÍNEA MEDIA CEREBRAL
3.1. Disgenesias del cuerpo calloso
Pueden
consistir en agenesia completa, agenesia parcial e hipogenesias. Su incidencia
alcanza hasta el 1/20.000 recién nacidos. Suelen asociarse a otras anomalías
del SNC, como colpocefalia, quistes interhemisféricos, heterotopias,
alteraciones de migración neuronal, cefaloceles, hidrocefalia, quistes de fosa
posterior, agenesia de vermis, anomalías de Chiari, agenesia del septum
pellucidum, y lipomas (Dobyns, 1996). Son frecuentes las malformaciones
oculares. Se describen 2 subgrupos: formas no sindrómicas y sindrómicas.
3.2. Displasia septo-óptica
Es la
ausencia de septum pellucidum con hipoplasia de tractos ópticos. Se describen 2
subtipos: Tipo I (sin anomalías concomitantes) y Tipo II (asociada a anomalías
de migración neuronal).
4. ANOMALÍAS DE LA PROLIFERACIÓN-DIFERENCIACIÓN
CELULAR
Se deben a
alteraciones en la fase de proliferación celular que sigue al cierre del tubo
neural y que es anterior a la migración neuronal y a la corticogénesis. Existe
una estrecha relación entre las alteraciones de la migración neuronal y las
alteraciones de la proliferación celular.
4.1. Microcefalia
Se
consideran 2 tipos:
-Microcefalia vera.
Existe una microcefalia llamativa, con desproporción cráneo-facial. Hay una
importante pérdida de neuronas en las capas II y III del neocórtex. Se han
descrito patrones de herencia autosómica dominante, con expresividad variable,
y autosómica recesiva.
Entre las manifestaciones clínicas, destacan:
comportamiento hiperquinético, retraso mental leve, problemas de coordinación motriz
y crisis convulsivas.
-Microcefalia radial.
Se relaciona con cerebros muy pequeños que conservan su estructura cortical
radial en columnas, pero que tienen una gran reducción de elementos neuronales
y gliales. Cursa con retraso mental y epilepsia.
4.2. Macrocefalia-Megalencefalia
Existe un
exceso de proliferación celular, a veces de tipo pseudotumoral o hamartomatoso.
La clínica depende de la etiología del proceso. Las formas familiares cursan
frecuentemente con macrocefalia aislada.
4.3. Hemimegalencefalia
Es una
alteración compleja que incluye alteraciones tanto de la proliferación como de
la migración. Puede afectar al cerebro y/o cerebelo. El patrón de
circunvoluciones del hemisferio afecto es anormal y se observan áreas de
paquigiria y/o polimicrogiria. El neocórtex pierde su organización laminar, se
observan células gigantes multinucleadas y son frecuentes las heterotopias
neuronales y gliales. Suele cursar con retraso mental de grado variable,
hemiparesia y epilepsia (de inicio precoz y de difícil control). Puede
presentarse de forma aislada o bien en el contexto de síndromes neurocutáneos o
asociada a errores innatos del metabolismo como anomalías de la cadena
respiratoria Muchos casos cursan como una encefalopatía focal progresiva y
requieren cirugía.
5. ANOMALÍAS DE LA MIGRACIÓN NEURONAL
El complejo
proceso de la migración celular puede ser interferido tanto por causas
adquiridas como genéticas. Dependiendo de la edad gestacional y la gravedad del
proceso causal el espectro de anomalías de la migración se puede manifestar
como una forma mayor (lisencefalia-paquigiria o polimicrogiria) o como una
alteración menor (laminación anormal del neocórtex o microdigenesias). Ambos pueden
ser localizados o multifocales.
5.1. Complejo agiria-paquigiria
La
lisencefalia o agiria es una malformación importante de la corteza cerebral
caracterizada por una superficie cerebral lisa, sin surcos. La paquigiria representa
una forma menos grave, con corteza cerebral engrosada y escasez de surcos
cerebrales. Hay muchas formas intermedias entre ambas. Se distinguen diversos
grupos sindrómicos:
-Lisencefalia clásica o
Lisencefalia tipo I. Es un trastorno de la migración neuronal
producido por alteración de la expresión de los genes que median en la
migración (Sarnat, 2001). El gen de la lisencefalia (LIS-1) codifica la
subunidad beta del factor activador de plaquetas acetilhidrolasa (Reiner,
1995), y su mutación da lugar a engrosamiento del córtex cerebral con
disposición cortical en 4 capas anómalas (Aicardi, 1998), frecuentemente
asociado a heterotopias neuronales y disgenesia del cuerpo calloso. Hay un
claro límite entre sustancia gris (SG) y sustancia blanca (SB), siendo la
proporción SG/SB de 4:1. Comprende un espectro de asociaciones sindrómicas
variables: Síndrome de Miller-Dieker ( presentan lisencefalia clásica y crisis
epilépticas frecuentes, se identifica una deleción en la región 17p13.3 en el
92 % de los casos), secuencia de lisencefalia aislada, secuencia de
lisencefalia ligada al cromosoma X - heterotopia subcortical en banda.
-Microlisencefalia. Lisencefalia con microcefalia
congénita grave, e hipoplasia marcada del cerebro y cerebelo.
-Lisencefalia con hipoplasia cerebelosa. Síndrome de lisencefalia
cerebro-cerebelosa. No presentan microcefalia tan intensa como en la
microlisencefalia.
-Lisencefalia tipo II o dysplasia tipo cobblestone. Es una malformación cerebral
compleja que asocia 5 tipos de alteraciones: lisencefalia, ventriculomegalia,
anomalías de la sustancia blanca, hipoplasia de cerebelo y troncoencéfalo y
polimicrogiria cerebelosa. Se asocia con malformaciones oculares y/o distrofia
muscular congénita (DMC). Agrupa tres síndromes con herencia AR.
5.2. Polimicrogirias
Se
caracterizan por presentar macroscópicamente un cerebro con un gran número de
pequeñas circunvoluciones, separadas por amplios surcos y discreto
engrosamiento focal de la corteza cerebral. Asocian generalmente
heterotopias neuronales, ventriculomegalia y áreas de paquigiria. Una causa
importante es la infección congénita por CMV (Aicardi, 1998) (Barkovich, Pediatric
Neuroimaging, 2000). Se distinguen diversos síndromes anatomoclínicos,
que incluyen: Polimicrogiria bilateral parcial, polimicrogiria unilateral y
esquizencefalias. Estas últimas son la forma más grave, aunque localizada, de
las alteraciones del manto cortical. Se deben a un fracaso total y segmentario
en la formación de la matriz germinal o de la migración de los neuroblastos
contenidos en dicha zona, produciéndose una fisura que se dirige desde la
corteza hasta la superficie ventricular. Se considera que se originan por una
alteración vascular que dificulta los mecanismos de reparación celular e
interfiere la migración neuronal en un área circunscrita de la corteza (Tanaka,
2000). Pueden ser uni o bilaterales y puede haber displasias corticales y
ausencia de septum pellucidum. Los bordes de la hendidura esquizencefálica
presentan corteza polimicrogírica. Hay 2 tipos: de labios cerrados y de labios
abiertos.
5.3. Heterotopias neuronales
Es la
disposición inhabitual, fuera de las capas corticales, de elementos neuronales
y/o gliales. Muchas veces, se asocia con otras anomalías de la migración
neuronal o con síndromes malformativos complejos. Se distinguen formas difusas
y formas focales.
5.4. Displasias corticales
Son
alteraciones focales y limitadas de la organización de la corteza cerebral, en
las que se altera la disposición radial y laminar de las células, con
heterotopias neuronales y gliales, y son frecuentes las células gigantes
multinucleadas. Suelen descubrirse en el contexto de una epilepsia parcial
refractaria.
6. ANOMALÍAS DE LAS ESTRUCTURAS DE LA FOSA POSTERIOR
Suelen
asociarse a otras anomalías congénitas del SNC (agenesia de cuerpo calloso,
displasias corticales, hidrocefalias, encefaloceles, etc.).
6.1. Anomalías del cerebelo
6.1.1. Malformación de Dandy-Walker: Se produce por atresia de los
foramina de Luschka y Magendie, con persistencia de la estructura membranosa
anterior que tapa al IV ventrículo. Incluye: Agenesia parcial o completa de
vermis cerebeloso, dilatación quística del IV ventrículo que comunica con una
megacisterna magna e hidrocefalia evolutiva. En un 68% se asocian otras
anomalías y en un 25-30% existen malformaciones no neurológicas como defectos
de la línea media facial, dismorfia facial y cardiopatías congénitas. Se trata,
generalmente, de un proceso esporádico, no familiar.
6.1.2. Variantes de Dandy-Walker: Incluyen la agenesia vermiana
incompleta y las formas con ausencia de quiste llamativo del IV ventrículo. Son
muy difíciles de diferenciar de los quistes aracnoideos retrocerebelosos y de
la megacisterna magna aislada. Pueden ser un marcador de algunos errores
innatos del metabolismo.
6.1.3. Atresia completa de las foraminas del iVº
ventrículo: En
situaciones distintas al complejo malformativo de Dandy-Walker. Proceso
infrecuente que produce una hidrocefalia rápidamente progresiva. Se identifica
una membrana fibrosa y una reacción gliótica que bloquea las foraminas del IV
ventrículo.
6.1.4. Síndrome de Joubert: Se produce un agenesia de
vermis cerebeloso de grado variable, hiperpnea episódica en periodo neonatal,
alternando con pausas de apnea, movimientos oculares anómalos, ataxia, retraso
mental de grado variable, anomalías oculares (displasia retiniana, coloboma
coroidoretiniano), asimetría facial, dismorfia facial, y quistes renales. Es de
herencia AR y más frecuente en varones.
6.1.5. Aplasias e hipoplasias del cerebelo: Las hipoplasias cerebelosas
son frecuentes, suelen ser unilaterales y se asocian a otras anomalías
del SNC (ectopia de los núcleos del tronco encefálico, agenesia de cuerpo
calloso, hidrocefalia, holoprosencefalia). Puede cursar desde formas
asintomáticas a pacientes con ataxia, retraso mental y variantes de una PCI
atáxica.
6.1.6. Alteraciones de la organización de la corteza
cerebelosa: Son
anomalías muy frecuentes y no suelen tener trascendencia, a no ser que se
asocien a otras anomalías más significativas.
6.2. Malformaciones de Chiari
Descritas
por primera vez por Chiari en 1891 sobre la base de hallazgos de autopsia, este
grupo de malformaciones que lleva su nombre pueden describirse como anomalías
en la posición del cerebelo, aisladas o asociadas a otros elementos patológicos
de la fosa posterior. Se asocia a siringomielia en un 20%-75% de los casos. Se
describen 4 tipos de malformación de Chiari, que por sus características
presentan manifestaciones clínicas diferentes.
6.2.1. Malformación de Chiari tipo I: Consiste en un descenso de las
amígdalas cerebelosas a través del agujero occipital, con ocasional descenso
del bulbo raquídeo. La presencia de un descenso de las amígdalas cerebelosas no
siempre conlleva la aparición de manifestaciones clínicas, ni siquiera la
existencia de un trastorno patológico propiamente dicho. Así, un descenso de
hasta 5 mm puede considerarse como variante de la normalidad en niños pequeños.
En general la presencia de un descenso de más de 12 mm se acompaña de síntomas
clínicos.
6.2.2. Malformación de Chiari tipo II: También denominada
malformación de Arnold-Chiari. Es un desplazamiento descendente del bulbo
raquídeo, vermis cerebeloso, protuberancia y IV ventrículo. Las amígdalas
cerebelosas se sitúan completamente por debajo del agujero occipital. La
asociación con mielomeningocele lumbar e hidrocefalia es la norma. Las
manifestaciones clínicas pueden presentarse en el neonato como deterioro
neurológico troncoencefálico con estridor respiratorio y apneas, disfagia,
opistótonos y tetraparesia. En edades superiores presentan sintomatología de
afectación cerebelosa con ataxia, nistagmus y afectación de pares craneales
bajos.
6.2.3. Malformación de Chiari tipo III: Es la combinación de un encefalocele
occipitocervical con una pequeña fosa posterior, lo que condiciona un
desplazamiento completo de los elementos del tronco cerebral y ocasionalmente
del cerebelo. Asocia otras anomalías cerebrales como tentorio displásico,
agenesia parcial o total del cuerpo calloso y agenesia del septum pellucidum.
Es la forma menos frecuente y más grave. Habitualmente se considera incompatible
con la vida.
6.2.4. Malformación de Chiari tipo IV: Es una hipoplasia cerebelosa grave
asociada con un mielomeningocele sin existir desplazamiento de estructuras.
EXPLORACIÓN NEUROLÓGICA DEL RECIÉN NACIDO PREMATURO:
Al igual que en el RN a término, la exploración del RNPT estará condicionada
por la edad gestacional (EG), la cual podemos establecerla por la información
obstétrica (fecha de ultima regla, ecografías…etc) o bien a partir de la
exploración, mediante antropometría (peso, perímetro craneal) y
valoración de una serie de rasgos externos que son de gran ayuda como el
desarrollo cartilaginoso y posición del pabellón auditivo, los genitales y los
surcos de la planta del pie .
Otro factor limitante será la situación clínica y patología intercurrente del
prematuro, sobre todo en los de menor edad gestacional (ventilación mecánica,
medicaciones depresora del SNC, drogas inotrópicas) que puede hacer imposible
la exploración, por ejemplo, por no tolerar la manipulación.
Además hay que tener en cuenta la evaluación del Apgar, ya que por debajo de 4
a los 5 minutos, es un factor de complicación que puede poner en riesgo el
desarrollo psicomotor.
Por lo demás, la sistemática exploratoria y los ítem a valorar van a ser los
mismos que los de los RNT con algunas particularidades propias de la edad
gestacional.
Por ejemplo:
·Nivel
de conciencia o alerta: antes de las 28 semanas de edad gestacional, es difícil identificar
periodos de alerta.
·Nervios
craneales:
a) II: a las 26 semanas parpadean con
la luz. A las 32 sem comienzan a mostrar signos de fijación a la luz. A las 34
sem pueden girar sus ojos hacia luz suave.
Entre las 36-38
semanas la respuesta es cefalogira.
El estrabismo es mucho más frecuente y más persistente en RN menores de 1500
gr.
b) VIII: a partir de las 28 sem de EG los
niños pueden sobresaltarse o parpadear. Ante ruidos fuertes inesperados.
c) V, VII, IX, X, XII: la coordinación succión
deglución suela estar bien establecida entre las 33-34 semana de EG.
·Examen
motor: la
maduración sigue una progresión cráneo-caudal. Así el sistema inferior
subcorticoespinal es ascendente precoz a partir de las 24 semanas, cuyas
funciones son: control postural, cuadriflexión de miembros y reflejos
primarios. En cambio el desarrollo corticoespinal es descendente más tardío
(32-34 semanas) y prolongado (2 años); encargándose de los músculos flexores
del eje, relajación de extremidades, movimientos de los dedos y abducción del
pulgar.
Es bastante
útil, la utilización de tablas como la de Amiel-Tison, que nos indican los
cambios madurativos del tono muscular según actitud y respuestas
.Desarrollo
evolutivo del tono muscular:
-Antes de
las 32s: cabeza es completamente péndula sin apreciarse contracción en flexores
o extensores del cuello.
-A partir de
las 32s: enderezamiento de extremidades inferiores. Cuatro semanas más tarde se
involucra el tronco, pero no es capaz de alinear la cabeza. A las 36 semanas se
igualan extensores y flexores, manteniendo cabeza alineada en línea media.
Por ello
hasta el desarrollo del tono muscular, es necesario colocar en posición de
función a todo recién nacido enfermo, evitando así antetorsión de miembros y
acortamiento de músculos abductores.
·Reflejos
primarios: reflejan
la integridad del SNC, no sólo durante su desarrollo intrauterino sino también
durante la maduración hasta que alcanzan la edad de término.
-Moro: apertura de la mano entre la 25-28
semanas, extensión y abducción brazos con llanto a las 32. La abducción de
brazos hacia la 33-34, pudiendo ser más débil que los términos. Desaparece a
los tres meses de forma progresiva, desapareciendo primero la segunda fase de
abducción de brazos. La persistencia del reflejo puede estar relacionada con el
grado de afectación piramidal.
-Reflejo cervical tónico asimétrico: emerge
entre las 25-28 semanas, desapareciendo a los 6 meses. Se considera anormal
cuando es fácil de desencadenar y es sostenido durante más de 30 segundos,
reflejando lesiones
en la vía corticoespinal.
-Succión: el reflejo de succión y de búsqueda
están establecidos a las 28 semanas, aunque son débiles. Sin embargo la
coordinación entre la succión y la deglución aumentan de forma progresiva a
partir de la 32 semanas.
-Galant: se puede observar a las 24-25
semanas, persistiendo durante el primer año. -Extensión cruzada: la flexión y apertura de
los dedos aparece de forma muy precoz, en cambio la aducción del pie
emerge a las 36 semanas. Es suprimido a los dos meses. Es de utilidad la
respuesta ausente o asimétrica de las dos extremidades inferiores, indicando
patología de la médula espinal. -Marcha automática: el patrón neuromadurativo
fue examinado por Saint-Anne Dargassies, emergiendo a las 34 semanas, estando
completamente desarrollado a las 37 semanas. Ausente a los dos meses. Su
ausencia puede indicar encefalopatía o debilidad muscular de extremidades
inferiores. La persistencia a los 3 meses es patológica.
-Prensión palmar: desde las 26-28 semanas,
intenso a las 32 y a las 37 permite elevar al RN. Está ausente a los 3 meses,
cuando comienza la prensión voluntaria de objetos.
-Respuesta plantar: depende de la naturaleza e
intensidad del estímulo, realizando una respuesta extensora cuando se utiliza
un estímulo intenso hasta los 3 primeros meses, cambiando de forma progresiva a
respuesta flexora. Si al año de vida existe una respuesta extensora se
considera patológica, tratándose de un signo de alteración del tracto
corticoespinal.
·Tono y
fuerza: En el
pretérmino se objetiva disbalance entre el tono pasivo (menor) y fuerza
muscular; que se armoniza a las 12 semanas. Si persiste a las 24 semanas es un
signo de patología del SNC.
·Neuroconducta
en prematuros: la
exposición del cerebro prematuro al medio extrauterino puede alterar la
organización del SNC. Diferencias con el término:
-Períodos de
vigilia más cortos., más tiempo en sueño activo. Los períodos de sueño
tranquilo son más escasos.
-Menor
capacidad de autorregulación.
-Pobre
integración funcional de sistemas autónomo, motor y de conducta.
Por ello se desarrolló el programa NIDCAP para captar la conducta individual
del neonato y estimular su capacidad para tolerar el entorno y los cuidados.
Neuroconducta
del prematuro a la edad del término:
-Bajo peso y
bajo riesgo (>1500, no patología neonatal significativa): neuroconducta
similar.
-Muy bajo
peso (<1500): conducta más variable y desorganizada, con pobre regulación
autonómica.
Estos
cambios permanecen durante los primeros 6 meses.